El encajado
Las prestaciones de un producto relojero dependen en gran parte de la calidad del aire de los recintos donde se lleva a cabo la operación de encajado. Con el fin de garantizar el buen funcionamiento de sus cronómetros en las condiciones más extremas, Breitling se ha dotado de un sofisticado sistema que permite controlar el índice de humedad y el grado de temperatura de cada local. De este modo, se evita que los relojes que hayan sido manipulados en un ambiente demasiado húmedo presenten condensación cuando son expuestos a temperaturas inferiores.
La temperatura de los locales donde se procede al encajado oscila entre 20º y 23ºC ; el índice de humedad es en todo momento inferior al 50% ; el aire se renueva íntegramente seis veces por hora. Un sistema de filtros suprime todas las partículas de polvo que podrían deteriorar el mecanismo. Todas estas medidas son algo normal en las industrias high tech tales como la medicina o la electrónica, pero totalmente pioneras en relojería.
Se coloca y se fija la esfera en el mecanismo. Se insertan las agujas una a una en sus respectivos ejes (controlando la fuerza) por medio de una máquina de pantalla video con imagen fuertemente ampliada, y a continuación se verifica su paralelismo, el centrado de las agujas de cronógrafo después de la vuelta a cero, así como el salto de la fecha.
El conjunto mecanismo/esfera/agujas, provisto de su aro de encajamiento, va fijado dentro de la caja. Primero se introduce la corona y luego se sujeta el mecanismo mediante tornillos. Después se coloca la masa oscilante y se atornilla con un destornillador dinamométrico que permite definir con exactitud el par de sujeción. Seguidamente, se cierra y se bloquea el fondo con una máquina y se graba con láser el número individual del Control Oficial Suizo de Cronómetros (COSC). De este modo, cada modelo está indisolublemente ligado a un mecanismo.